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Mostrando las entradas de noviembre, 2022

饾樇饾櫍饾櫍饾櫀 饾櫘 饾櫒饾櫔 饾櫂饾櫄饾櫑饾櫄饾櫁饾櫑饾櫎

  Anna y su Cerebro despertaron con ganas de comerse el mundo a pedazos una ma帽ana m谩s de viernes. Por primera vez en meses parec铆an estar en sincron铆a una con el otro, como en esos casos en que la cabeza y el coraz贸n andan de la mano y no hay cabida para los conflictos. Anna sigue la rutina del d铆a con expectaci贸n, lista para el momento en que un cambio de ropas y un perfume distinto, le traigan el esp铆ritu festivo con que llegan al fin de semana aquellos que han amasado y cocido el pan por cinco d铆as.    Anna tiene veinte y ama la diversi贸n de maneras imaginables solo para quienes nacieron en un d铆a de primavera, pero terminaron amando el oto帽o. Le apasionan las formas m谩s insanas de vivir. Esas que jam谩s ser铆amos capaces de suponer detr谩s de un rostro desprovisto de las marcas que deja la tristeza, inexorable al paso del tiempo y bello. Tiene la misma cantidad de tendencias suicidas que asesinas, ama tanto un sexo como el otro, venera la vida solo al buscar acercarse a...

饾檱饾櫋饾櫀饾櫌饾櫀

  —¿Qui茅n eres? —la escucho preguntar como si fuera la primera vez. Resulta conmovedora su insistencia, a pesar de que sabe lo improbable que es recibir una respuesta consistente de mi parte. La luz de la cerilla me ha tomado por sorpresa y debo admitir que me estremeci贸 su llamado. Jam谩s cre铆 que se las arreglar铆a para tenerlas en este encierro donde todo est谩 prohibido.    —Soy yo. Soy todo y nada a la vez, pero eso ya lo sabes —contesto con el tono enigm谩tico de todas las veces que ha hecho la misma pregunta.  —Entonces dime, ¿d贸nde acaba la nada y comienza el todo?  —Prendiste la cerilla y soy. Soy porque me has llamado. Soy ahora para ti. Ah铆 comienza y acaba todo.   No se nos proh铆be bromear, aunque la mayor铆a no usa su posici贸n para jugar con ellos. Cuando solemos ser llamados acudimos en socorro. Con ella es diferente. Ha sido diferente desde siempre.  —¿D贸nde has estado todo este tiempo en que no tuve cerillas para prender? —pregunta y ad...

饾檧饾櫆饾櫎

  Acabo de matarlo. El cuerpo tiembla y se retuerce en el suelo, los ojos rojos por la asfixia, la boca deformada en un 煤ltimo grito de ayuda al que no acud铆, las mejillas p谩lidas. Ha desaparecido incluso la hinchaz贸n por la picadura de abeja de cuando salimos a caminar esta ma帽ana.    Hab铆amos estado inmersos por m谩s de treinta a帽os en una guerra que parec铆a interminable y necesaria y que comenz贸 cuando dej茅 de considerarlo buena compa帽铆a. Se ocupaba de mi, y si no, me impulsaba de mil maneras distintas a salvar las injusticias que se comet铆an en mi contra, pero siempre estaba a mi lado. Jam谩s dej贸 que me sientiera sola y cre铆a que era bueno, en los primeros tiempos cuando todav铆a era inexperta en ciertas cuestiones de la vida. Luego comenc茅 a notar su inconformidad y c贸mo cada vez pretend铆a extender su dominio sobre m铆. Era un ser insaciable, casi con vida propia, capaz de matar y destruir para robar la tierra de otros.   As铆, se convirti贸 en una rutina impuesta co...

饾檵饾櫄饾櫑饾櫒饾櫎饾櫍饾櫀饾櫉饾櫄

Cuento diez n煤meros de manera infinita hasta que esos pensamientos se reducen a pasar cual agitada r谩faga de viento. Dejan detr谩s un silencio aparente, como lo que quedar铆a despu茅s de una tormenta arrasadora: 谩rboles ca铆dos, casas en ruinas y oscuridad. Es cuando adivino que ha llegado el momento de llenar tal espacio con im谩genes de playas soleadas y 谩rboles frondosos, que me ayudar谩n a dar los primeros pasos hacia la luz.     Vago por las amplias calles de una ciudad en la que el tiempo se detiene al cruzar una calle, al o铆r el lejano retumbar de la m煤sica en los negocios, al mirar las nubes de lluvia amenazando. Las hojas secas se amontonan en las zonas bajas, charcos en las aceras, perros sin due帽o vagando como yo, sin rumbo fijo, huyendo de los conductores ofensivos y del hambre.    Soy un hombre alegre, de ni帽o constitu铆a el orgullo de mi madre mi buen car谩cter y mi obediencia. ¿Por qu茅 nadie me sonr铆e a pesar de que yo le sonr铆o a todos? Podr铆an ser mis ropas ...

饾樋饾櫈饾櫀饾櫌饾櫀饾櫍饾櫓饾櫄饾櫒

  He visto diamantes a contraluz y todos contienen en mayor o menor escala manchas de carb贸n en su interior. A煤n as铆, no dejan de ser preciosos y 煤nicos.  Cada ser humano las lleva dentro. V铆ctimas casi todos. Las m谩s de las veces ignorantes de la imperfecci贸n que est谩n destinados a cargar, para ellos no hay esperanza. Sin embargo, los agradecidos apreciar谩n la belleza, los desagradecidos perder谩n las u帽as y los dientes tratando de llegar a lo que puede ser se帽alado, criticado, acusado...  As铆, proyectar谩n su improductividad e inconformidad, nada menos que en esos otros que se han dedicado a resaltar sus propios valores y a soportar las manchas con una sonrisa. Entender que no existe la perfecci贸n y que a煤n as铆 se puede ser feliz, es un estado mental reservado a los nobles de esp铆ritu. 

饾檵饾櫀饾櫈́饾櫒 饾櫃饾櫄 饾櫒饾櫎饾櫌饾櫁饾櫑饾櫀饾櫒

  La llamada felicidad reside dentro de nosotros. No importa a cuantos lugares huyamos, si cargamos la inconformidad a cuestas siempre nos perseguir谩n los mismos fantasmas. Hay algo dentro de mi que debe ser arreglado, el asunto es c贸mo se empieza.  En los inicios, comprar era una de las cosas que llenaba el vac铆o interno, ahora ni eso me queda. Buscar compa帽铆a es solo un parche temporal para distraerme de lo que est谩 sucediendo adentro. Todo forma parte de mis elecciones y de lo que quiero, simplemente no he aprendido c贸mo ser feliz con ello. Estaba deprimida y me compr茅 un juguete nuevo porque lo quer铆a y, ¿qu茅? Me hizo ilusi贸n tenerlo hasta que lo tuve. Sal铆 de fiesta para desconectar, al d铆a siguiente cargu茅 con las consecuencias de la resaca y del tiempo que no pas茅 haciendo algo productivo …y as铆, la enfermedad muta y se extiende.

饾檻饾櫈饾櫍饾櫎 饾櫃饾櫄 饾檯饾櫄饾櫑饾櫄饾櫙

  Acababa de terminar mi segunda botella de vino de jerez de la noche, oyendo de pasada al melanc贸lico Fito P谩ez que sonaba en casa de los vecinos. Me desped铆 de mis queridos durante el fin de semana, en caso de que esta vez el viaje de ida resultara en estad铆a permanente. Siempre que lo hago mi madre manda a Sarita a quedarse vigilando. Sabe que algo pas贸 y que planeo beber hasta descomponer la sangre en vino.    Otra vez estoy aqu铆, con la intravenosa atada a la mu帽eca y las piernas sujetas a la camilla de hospital, con una sonrisa que no se apaga a pesar de que son los ojos los que lloran. Puedo asegurar con cierta satisfacci贸n que este viaje fue especial. He estado en ese lugar del que casi nadie regresa unas cuantas veces, pero esta fue una estancia extendida. Tuvimos tiempo para hablar de todos los sue帽os incompletos, de nuestros deseos ocultos y del destino que jam谩s llegamos a cumplir por su cobard铆a. Insisti贸 en que me fuera, yo no quer铆a dejarlo solo otra vez. M...