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No son tus enemigos los que socavan tu esfuerzo y atentan contra tu integridad. No lo son tampoco quienes formulan planes macabros en tu contra, hartos de celos por tu buen car谩cter ante las adversidades. Ni los que maldicen tu fortuna, ni los que a escondidas envidian tu luz, ni los que ven defectos en lo que otros encuentran virtudes. No son tus enemigos los que se valen de mil trucos para enmascarar sus viles intenciones.
Tus enemigos no atentan contra ti, atentan contra Dios. T煤 eres una parte de Dios, como lo son ellos, entonces, atentan contra s铆 mismos
Son los enemigos de Dios. Sus enemigos son, y por tanto sus cuentas ser谩n saldadas con quien no puede ser enga帽ado ni trucado, con aquel que todo lo ve y oye, tan soberanamente justo y 煤nico como 脡l mismo.
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