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Cuando cumpli贸 los diecisiete las pesadillas desaparecieron por obra de su madre, quien jam谩s escatim贸 en oraciones y velas prendidas en el altar del Templo. De alguna manera se fueron transformando en mensajes ocultos que deb铆an ser interpretados por alguien con una consciencia superior a la suya, por lo que fue f谩cil establecer su primera limitaci贸n: el receptor no siempre es capaz de valerse por s铆 solo. Adem谩s de su habilidad innata, necesita tambi茅n del conocimiento pr谩ctico para descifrar los mensajes.
A los treinta y tres experiment贸 el llamado despertar de la conciencia, que comenzara con la llegada de una idea indefinida sobre algo espec铆fico. Se ocultaba en medio del ingobernable fluir de pensamientos que atormentan a los “no despiertos”. Sue帽os, premoniciones y aquella certeza de estar haciendo algo que jam谩s hab铆a imaginado hacer. Como impulsados por una consciencia superior, los maestros acudieron a ella sin ser llamados y como una revelaci贸n, su idea se materializ贸 en libros escritos, frases inequ铆vocas y el conocimiento pleno sobre la existencia de otras vidas antes y despu茅s de esta.
—¿Cu谩ntos a帽os crees tener? —le preguntaron un d铆a y comprendi贸 que jam谩s tendr铆a respuesta para aquella interrogante.
—¿C贸mo saberlo? El esp铆ritu es atemporal y el conocimiento infinito.
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