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He encontrado en el Evangelio la posible respuesta a una gran interrogante surgida durante la lectura del libro de los Esp铆ritus. C贸mo saber cu谩n avanzado est谩 un esp铆ritu, a juzgar por el grado de pureza del ser encarnado. La respuesta me conmueve al identificarme con la clase intermedia de los que habitamos la tierra y hablo desde el nacimiento. No ahora con la consciencia plena sobre el bien y el mal, sino de cuando actuaba por instinto. Nac铆 sin la maldad arraigada en el alma. La humanidad trat贸 de convertirme en un ser vengativo y egoc茅ntrico por diez a帽os, en que no ve铆a nada m谩s que la materialidad de las cosas, renuente a aceptar mi obligaci贸n con una misi贸n espiritual. En un punto logr茅 reconectar con mi ser y reiniciar el viaje hacia la absoluci贸n de los pecados, sin carga, sin aquel sentimiento de pesar que me causaba abrazar a mi gu铆a. Me molestaba el regocijo que sent铆a este ser en las reuniones con otros esp铆ritas, como el padre amargado que de mala gana lleva a su hijo a un gran parque de atracciones y en lugar de contagiarse con su alegr铆a, no hace m谩s que re铆rse de su simpleza.
Algunas dudas persisten, como qui茅n es m谩s avanzado de entre uno que no conoce el mal y por tanto no lo practica o aquel que tiene conocimiento pleno de todo y elige el bien, yendo a veces en contra sus propios impulsos. ¿Acaso ese que no conoce el mal ya atraves贸 estas pruebas que vivo? Puedo verlos a todos, a unos con m谩s claridad que a otros, a unos con m谩s rapidez que a otros. No voy tanteando en la oscuridad como un desvalido. Marcho a paso lento con comisiones de esp铆ritus que han impuesto sobre mi la habilidad de revolver aguas turbias para que salgan a la luz redes y trampas donde otros podr铆an quedar atrapados. He venido a la tierra con un prop贸sito concreto, a煤n no descubro cu谩l.
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